Epifanía: Jonathan Strange y el señor Norrell

martes, 20 de septiembre de 2011

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Título: Jonathan Strange y el señor Norrell
Autor: Susanna Clarke
SALAMANDRA/800 páginas/ 9788478889730/género
Sinopsis: La Inglaterra de la época de las guerras napoleónicas ya no es lugar de magia como lo fue antaño, en tiempos del Rey Cuervo. La magia está en decadencia y tan solo queda un mago verdadero en todo el país: El señor Norrell, austero y fastidioso, quien se dedica a deshacerse de la competencia pero a un tiempo ansía alguien con quien compartir sus estudios. La ocasión se le presenta en forma del joven Jonathan Strange, talentoso y energético, con quien casi nunca estará de acuerdo. En una época en la que sólo los charlatanes se hacen llamar magos, Norrell y Strange se proponen limpiar el buen nombre de su oficio, al que consideran una ciencia con mayúsculas. Bajo las órdenes de Wellington, realizarán decenas de actos mágicos, y su éxito es tal que muy pronto se los consultará sobre muchos otros problemas. A su paso encontrarán portentos y crueldades, y arrastrados por la ambición y la rivalidad, el camino de la gloria los acercará irremediablemente al abismo.

Valoración: Imagina Inglaterra como nunca la habías visto pero, a un tiempo, tan familiar… A primera vista la novela puede parecer un Jane Austen meets J. K. Rowling – lo que no sería ningún problema, porque ambas autoras britonas me encantan.
Pero es que es mucho más.
Jonathan Strange y el señor Norrell es un libro curioso. Apareciendo en un primer momento como obra fantástica, va más allá. Mezcla géneros: costumbrista y épica, prosaica y mágica. Susanna Clarke consigue con su ópera prima envolvernos en una atmósfera reminiscente de la ya nombrada Austen o Dickens, utilizando estructuras gramaticales y palabras ya en desuso. Su dominio del lenguaje es magistral, sutil e irónico – con su humor inteligente me hizo atraer miradas extrañadas más de una vez en el metro.
Gracias a una documentación exhaustiva y un trabajo de elaboración que le llevó a la autora diez años, se nos presenta una historia alternativa de Gran Bretaña, en la que los magos tienen un papel decisivo. La magia se muestra científica, como un trabajo serio de eruditos. La novela da pistas de un pasado glorioso que ha quedado en el olvido y cuya revitalización es el objetivo de los personajes del título, el señor Norrell y su discípulo Jonathan Strange. Mientras que Norrell representa el punto de vista académico y teórico de la magia, Strange se destaca como mago osado y pragmático. La magia aparece como algo cercano y cotidiano, lo que se consigue al mostrarla como un estudio arduo y decepcionante, una sabiduría al alcance de solo unos pocos.
Especial mención la intertextualidad ficticia que recorre toda la obra. Poniendo como punto de referencia la ya mencionada época de esplendor de la magia, Clarke hace continuas referencias a libros y tratados mágicos y a personajes importantes de esa era dorada a través de multitud de notas a pie de página. Si bien esto es un punto interesante por lo intrincado y rico de la mitología que crea, la intertextualidad es, a su vez, un arma de doble filo. Por un lado permite al lector una inmersión completa en el mundo de la novela y, en ocasiones, lo deja con las ganas de leer uno de los mencionados e inexistentes libros. Por otro lado, puede resultar pesado y algo repetitivo el método de las notas, ya que apenas puedes leer un par de hojas sin encontrarte con ellas, algunas de las cuales ocupan varias páginas. No es extraño, por lo tanto, que el lector pueda llegar a perder el hilo de la historia.
Otra de sus mayores bazas son los personajes. Se entremezclan con soltura figuras históricas reales como Lord Byron, el duque de Wellington o el rey Jorge III, con personajes ficticios. Y son estos últimos quienes roban la escena, por así decirlo. Clarke logra darles una gran profundidad y matización, con personalidades complejas y facetadas. Su máxima expresión es Jonathan Strange, un ser completamente humanizado y creíble, con una fuerza de carácter y un carisma que mueve toda la obra. Sin embargo, son muchos los personajes destacables, como el mago callejero Vinculus, la sufrida y alegre Arabella Strange o, mi favorito, el oscuro y astuto Childermass, criado de Norrell.
Aunque su grosor y su lento arranque – Jonathan Strange aparece por primera vez nombrado tangencialmente en el capítulo 14 y no se hace con su hueco en la historia hasta el capítulo 22 (de 69 en total, O_O) – pueda llegar a intimidar, realmente merece la pena: Nos sumerge en un mundo de magia refinada y elegante, pero también en un mundo sombrío y peligroso, de duendes crueles e irracionales y de desgracias que reptan en las sombras y en el que la locura parece, finalmente, el único modo de alcanzar la esencia auténtica de las cosas. Nada es lo que parece en un primer momento, la narración está llena de claroscuros, de personajes secundarios que no lo son tanto, de amor, magia, acción, hechos históricos… todo ello narrado con un humor y un pulso inmejorables. La agridulce escena final es un prodigio de economía de palabras y de evocación de sentimientos.
Citas:
"- ¿Puede un mago matar a un hombre por arte de magia? -le preguntó lord Wellington.
Strange frunció el entrecejo. Pareció que no le gustaba la pregunta.
- Supongo que un mago podría -admitió-, pero un caballero, jamás."
"Llevaba un vestido del color de las tormentas, de las sombras y de la lluvia y un collar de promesas rotas y remordimientos."
"Tras dos horas, dejó de llover y, en el mismo instante, el hechizo se rompió, lo que supieron Peroquet y el almirante y el capitán Jumeau por un curioso giro de sus sentidos, como si hubiesen saboreado un cuarteto de cuerda o si, por un momento, hubiesen quedo ensordecidos por el color azul."
“Bueno, supongo que uno no debería contratar a un mago y luego quejarse de que éste no se comporta como el resto de la gente.”

1 comentarios:

Eskor dijo...

Da gusto leerte :)

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