La Semana de los Libros Prohibidos

martes, 27 de septiembre de 2011

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Lo que suena como una película mala de terror o un monográfico de madrugada de La 2 es una (triste) realidad.

Se trata de un acontecimiento anual en el que se celebra la libertad de lectura. Y podrás pensar, como me pasó a mí, ¿por qué necesitamos celebrar la libertad de lectura? Me parecía algo de perogrullo. Todo el mundo lee lo que le viene en gana, ¿no?

¿NO?

Pues no.



Resulta que en Estados Unidos es una práctica bastante común que grupos de padres y otras entidades se dediquen a hacer campaña contra los libros que leen los niños o adolescentes en clase o, incluso, aquellos a los que pueden tener acceso en la biblioteca, llegando a prohibir lecturas tan variadas como Harry Potter (aparentemente, incita a la brujería, la cual está condenada en la biblia), El color púrpura, Los juegos del hambre o Matar a un Ruiseñor de aulas y bibliotecas públicas.



Cita de Matar a un Ruiseñor, de Harper Lee:
"Hasta que temí perderlo, nunca amé leer. Uno no ama respirar"


Lo que pretende la Semana de los Libros Prohibidos es resaltar los beneficios del acceso libre y transparente a la información, mientras que llama la atención sobre los peligros de la censura. Todo persona que quiera obtener información o expresar un punto de vista, aunque esta información o este punto de vista sean controvertidos o poco populares, debería ser capaz de hacerlo con libertad y sin miedo.

Al fin y al cabo, de ahí es de donde salen las grandes ideas y los avances, ¿no? De pensar más allá, de poner en tela de juicio lo que se considera normal o aceptable.



"No necesitas quemar libros para destruir una cultura.
Solo tienes que conseguir que la gente deje de leerlos."


Desde su creación en 1982, la Semana de los Libros Prohibidos - celebrada cada año en la última semana de septiembre en librerías, bibliotecas, centros culturales y aulas de todo Estados Unidos - ha visto cómo más de 11.000 libros eran desafiados por la censura. La página web de la ALA (American Library Association) compila cada año una lista de los libros más atacados, así como también cuenta con una relación de los clásicos más prohibidos y vapuleados, entre los que están, por ejemplo, El guardián entre el centeno, por lenguaje obsceno o Las aventuras de Huckelberry Finn, por contener la palabra nigger y ser racialmente denigrante (ojiplática me quedé al verlo).

He estado echando un vistazo a las listas de los últimos 5 años y resulta curioso la cantidad de libros contenidos en ellas que he leído. Todos los Harry Potter, por ejemplo, así como la trilogía de la Materia Oscura de Phil Pullman (tachada de hereje y anti-Dios), Los Juegos del Hambre (por violencia y sexo - que alguien me explique a mí dónde está el sexo, por favor), Fahrenheit 451 (qué irónico), Un Mundo Feliz...

Además, el libro que me estoy leyendo ahora mismo, The Perks of being a Wallflower (algo así como Las ventajas de ser un observador invisible) está en cada una de las listas que he leído, desde el 2006. Al libro, del que no quiero desvelar mucho hasta que lo termine y cuelgue la review pero que me está pareciendo muy reflexivo, dulce y tremendamente cándido, es acusado de contenido sexual, doblemente grave porque es entre adolescentes y ¡homosexual! ¡¡Y lo muestra como algo normal!! ¡¡¡Cómo osan!!! (nótese la ironía)

El tema de la homosexualidad debe de ser la kriptonita de las organizaciones de padres de América, porque otro título que abunda en las listas es el monísimo "Y con Tango somos tres".





El libro trata sobre dos pingüinos macho que son "un poco diferentes". Se acurrucan y comparten un nido como el resto de las parejas de pingüinos y, cuando los demás empiezan a tener polluelos, ellos quieren ser padres también. Cuidan de una roca con esperanza de éxito hasta que un empleado del zoo avispado les entrega un huevo fecundado para que tengan su familia. La historia está basada en un historia real sobre el zoo de Central Park en Nueva York. Y quien encuentre una cosa tan tierna y encantadora algo dañino es que tiene la mente retorcida y una roca por corazón.

Si tienes curiosidad por los libros que han acabado en la lista de este año, el Huffington Post a colgado una infografía genial en su página web en la que aparecen los 10 libros más polémicos del 2010-2011, un extracto y las razones de su inclusión.




La verdad es que, para alguien como yo - a quien la única escena que le afectó de toda al película de Ágora fue la de la destrucción de la biblioteca de Alejandría - toda amenaza a los libros es un tema sensible. Así que cuando me enteré de este evento, decidí documentarme de inmediato. Y, en mitad de todos los artículos de apoyo a la Semana, encontré un blog en el que el autor tachaba de maniobra izquierdista toda la polémica.

Asombrada, continué leyendo. El autor comentaba más adelante que: "si te quejas de que tu hijo de 8 años no debería leer un libro con montones de sexo, violencia o palabras malsonantes hasta que sea algo mayor, no eres un buen padre; eres un prohíbe-libros en potencia."

Esto me parece de una demagogia increíble. Porque esa no es la cuestión.

No se trata de que si tu hijo de ocho años deba o no leer Lolita, por ejemplo, sino de que mi futuro hijo tenga la elección de leerlo o no. Es tu decisión, como adulto, permitir o no la libre lectura de los menores a tu cargo, pero no pretendas decidir por el bien de la humanidad y saques de las bibliotecas y escuelas libros que podrían cambiar la vida de otros.

Como comenta la autora del recomendable blog In The Next Room en su post sobre la Semana:

"Cuando prohíbes un libro, no estás acabando con una sola idea. Estás destrozando todo lo que ese libro podría haber inspirado, todas las buenas acciones que vienen de algo que desapruebas: el adolescente que se aleja de las drogas tras leer Crank o que reconoce la importancia de la democracia después de leer una novela como Los juegos del hambre o Un mundo feliz. Puede que no estemos de acuerdo con el lenguaje o con el mensaje de libros como Las aventuras de Huckelberry Finn o Mein Kampf, pero no dejar que la gente los lea hace que no tenga lugar el debate de por qué el racismo o el antisemitismo son malos - nos dice que no merece la pena hablar de ello. Leyendo y hablando es como aprendemos y como crecemos. Puede que no estés de acuerdo con un libro, pero cada libro tiene algo único que ofrecer y si lo prohíbes, nunca podrá ser reemplazado."




Ayer justo, mientras merendaba, cazé Pleasantville en la televisión y me parece que su mensaje viene al hilo del tema. En el clímax de la película, Toby Maguire se enfrenta al pueblo para defender su derecho a ser "coloreado" y todos aquellos estímulos que les hacían así: a la música, la pintura, los libros, los besos...

Derecho a sentir aunque no todos los sentimientos sean agradables, aunque sentir nos lleve a llorar, a gritar, a hacer cosas impulsivas, estúpidas y valientes a la vez.

Y la culpa no la tienen la música, la pintura, los libros o los besos. La culpa no la tiene nadie, porque todos esos sentimientos y todas las ideas a las que podrían dar lugar están ya dentro de nosotros, tan solo esperando ser experimentadas.

Y, si nunca acabasemos descubriéndolos, ¿merecería la pena?

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